medioambiente
Empezamos una nueva era y como en todo comienzo, buscamos renovar nuestras ilusiones, despertar propósitos que permanecen ocultos, abrirnos a nuevas fuentes de esperanza por un porvenir nuevo e incierto que parece que se descubriera por el paso de una fecha a otra. Este sentimiento de esperanza y de cambio, que existe en cada uno de nosotros y lo percibimos de manera individual.
Hemos cambiado el medioambiente de manera radical en los últimos cincuenta años, al punto de poner en peligro la existencia de la vida sobre la tierra; y esto también ha pasado a ser motivo de preocupación ética.
Los problemas ambientales no son producto de la fatalidad, están relacionados con las intervenciones humanas. Y estas presentan muchos componentes, no solo el económico, también el científico y el tecnológico y político.
Vamos a referirnos brevemente a los aspectos que relacionan al medio ambiente con la ciencia y la tecnología, desde una perspectiva ética, así como el papel de una educación en valores sobre el tema ambiental, de tal forma que se puedan extraer algunos elementos para hacer de esta nueva época que empieza, como lo hemos dicho al principio, el momento de nuevas esperanzas por un porvenir ético más humano.
Lo que hemos conocido en el siglo XX, es que la naturaleza es vulnerable. El desarrollo científico-tecnológico moderno nos ha mostrado la tremenda vulnerabilidad de la naturaleza, una vulnerabilidad que no se sospechaba antes de que se hiciese reconocible en los daños causados. Y es sobre esta capacidad de daño sobre la naturaleza, lo que nos hace considerar la importancia del saber, como principio de cautela frente a nuestras acciones.
La interacción de la sociedad humana con la biosfera tiene problemas y cuestiones que solo hasta nuestra época empiezan a cobrar un grave significado. Pese a que el tema ambiental ya fue introducido como problema desde hace varias décadas, puede decirse que hoy su importancia es particular.
el hombre se defiende de la naturaleza con la electricidad, la cual conserva sus alimentos y lo protege de los climas y su actual poderosa tecnología que junto con los conocimientos adquiridos y transmitidos durante siglos lo capacitan para defenderse de la natural enfermedad y alargar de ese modo la llegada de la muerte. Podemos decir que el ser humano hasta ahora a ganado batallas pero no ha ganado la guerra.
Una ética social inconsistente no puede funcionar al lado de una ética ambiental consistente. Esto es particularmente evidente. Mientras ahora reflexionamos sobre el ambiente, el mundo aleja las distancias entre países ricos y pobres y el desequilibrio social de África y Latinoamérica con el primer mundo es cada vez mayor.